Todos nos entristecemos cuando pensamos en las maravillosas
capacidades que parecen tener los seres humanos y contrastamos dichas
capacidades con los pequeños logros conseguidos. Una y otra vez la gente ha
pensado que podríamos hacerlo mucho mejor. Quienes vivieron en el pasado
tuvieron, en la pesadilla de sus tiempos, sueños para el futuro. Y aunque
muchos de aquellos sueños han sido superados, nosotros, que somos su futuro,
tenemos sueños en buena parte parecidos. Nuestras esperanzas para el futuro son
en gran medida las que se tenían en el pasado.
En algún momento se pensó que las posibilidades que tenían las personas no se
habían desarrollado porque todos eran ignorantes, y que este problema se
solucionaría con la educación: si todas las personas recibieran instrucción,
quizá todos podríamos ser Voltaire. Pero resulta que la falsedad y el mal
pueden enseñarse tan fácilmente como el bien. La educación es una fuerza
poderosa, pero puede funcionar en una dirección o en otra.
Yo he oído decir que la comunicación entre naciones debería llevar a una comprensión y, por lo tanto, a una solución al problema del desarrollo de las capacidades del hombre. Pero los medios de comunicación pueden ser controlados y sofocados. Lo que se comunica pueden ser tanto mentiras como verdades, tanto propaganda como información real y valiosa. La comunicación es una fuerza poderosa, pero puede serlo para bien o para mal.
Yo he oído decir que la comunicación entre naciones debería llevar a una comprensión y, por lo tanto, a una solución al problema del desarrollo de las capacidades del hombre. Pero los medios de comunicación pueden ser controlados y sofocados. Lo que se comunica pueden ser tanto mentiras como verdades, tanto propaganda como información real y valiosa. La comunicación es una fuerza poderosa, pero puede serlo para bien o para mal.
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